A mediados del siglo XIX se crearon, además,
importantes fundaciones de arqueología científica,
sobre todo a cargo de arqueólogos daneses del Museo
Nacional de Antigüedades, Septentrionales en Copenhague. A
partir de unas excavaciones sistemáticas llegaron a
descubrir la evolución de los utensilios y herramientas
durante la edad de piedra, la edad del bronce y la edad del
hierro. El fundador de la escuela funcionalista de
antropología, Bronislaw Malinowski, afirmaba que las
organizaciones humanas debían ser examinadas en el
contexto de su cultura y fue uno de los primeros
antropólogos en convivir con los pueblos objeto de su
estudio, los habitantes de las islas Trobriand, cuya lengua y
costumbres aprendió para comprender la totalidad de su
cultura.
La antropología aplicada nació en el siglo
XIX con organizaciones como la Sociedad Protectora de los
Aborígenes (1837) y la Sociedad Etnológica de
París (1838). Estas instituciones se preocuparon por
despertar en Europa una conciencia contraria al tráfico de
esclavos y a la matanza de pueblos indígenas americanos y
australianos.
Antropología
Física:
La antropología física se ocupa
principalmente de la evolución del hombre, la
biología humana y el estudio de otros primates, aplicando
métodos de trabajo utilizados en las ciencias
naturales.
2.1. Evolución del hombre:
Una de las ramas de la antropología física
tiene como objetivo reconstruir la línea evolutiva del
hombre. En la década de 1960 los paleoantropólogos
Louis Seymour Bazett Leakey, su esposa Mary Douglas Leakey y su
hijo Richard Erskine Leakey encontraron una serie de
fósiles en la garganta de Olduvai, África oriental,
que desencadenó una revisión profunda de la
evolución biológica de los seres humanos. Los
restos fósiles desenterrados a finales de 1970 y 1980
proporcionaron después pruebas adicionales, en el sentido
de que el género Homo coexistió en África
oriental con otras formas evolucionadas de hombre-simio conocidas
como australopitecinos hace más de 4 millones de
años. Estos dos homínidos son al parecer
descendientes de un fósil etíope, el
Australopithecus afarensis, que tiene una antigüedad datada
entre 3 y 3,7 millones de años —la famosa Lucy,
descubierta en 1974, es uno de los fósiles encontrados.
Estos antiguos antecesores del hombre tenían las piernas y
el cuerpo adaptados para caminar erguidos (véase
Bipedación), lo cual dejaba sus manos libres para
manipular diversos utensilios. Más tarde, investigadores
de la Universidad de California descubrieron numerosos
fósiles en la garganta de Olduvai, lo que reforzó
aún más la tesis de la irregularidad del proceso de
evolución humana. Este nuevo fósil tenía
aproximadamente 1,8 millones de años de antigüedad,
presentaba huesos de los brazos y las piernas que confirmaban una
locomoción vertical relativamente evolucionada, pero su
capacidad craneana reducida y marcadas diferencias de estatura
entre hombres y mujeres no diferían demasiado de
Lucy.
Algunos utensilios de piedra sin tallar, hallados con
ciertos fósiles de Homo en yacimientos del este de
África, demuestran que hace casi 3 millones de años
ya eran capaces de fabricar herramientas. Esta habilidad
técnica contribuyó al aparente éxito
evolutivo del Homo habilis. En comparación con los
australopitecinos vegetarianos, los antecesores modernos de los
seres humanos, tipo Homo habilis, parecen haber evolucionado al
incorporar la carne como parte esencial de su dieta alimenticia,
a juzgar por la disposición de los dientes y la
utilización de ciertas herramientas.
A medida que han ido aumentando los descubrimientos de
fósiles homínidos, al parecer fue en África,
y no en Asia, donde se produjo la primera hominización.
Los fósiles de Homo habilis apuntan hacia una criatura de
unos 91 cm de estatura, con una capacidad craneana de unos 600
cm3. Sin embargo, se han hallado en África oriental restos
de una especie mayor de Homo con capacidad craneana superior a
los 800 cm3, de unos 1,5 millones de años de
antigüedad. Este protohumano mayor, denominado generalmente
Homo erectus, se extendió desde África hacia Europa
y Asia hace aproximadamente un millón de años, y
desarrolló una gama más completa de
herramientas.
Los restos más conocidos del Homo erectus son el
célebre hombre de Java, que antes se conocía
técnicamente como Pithecanthropus, así como el
igualmente famoso hombre de Pekín, una colección de
componentes de esqueletos hallados en Zhoukoudian, cerca de
Pekín (China), y que en principio recibió el nombre
de Sinanthropus pekinensis. Ambos son mucho más recientes
que los yacimientos que conforman el Homo habilis de
África oriental, y se remontan a 750.000 y 300.000
años. Los fósiles del hombre de Pekín son
especialmente interesantes, ya que el tamaño del cerebro
es incluso mayor que el de Java, con un promedio superior a los
1.050 cm3, y cuyo cráneo y otros elementos óseos
son ligeramente más modernos. También se han
hallado fósiles de Homo erectus en Europa y en
África junto a numerosos utensilios de piedra y otras
herramientas, que prueban la existencia de una sociedad de
cazadores-recolectores muy básica. En Zhoukoudian, los
arqueólogos se encontraron con el testimonio más
antiguo del uso del fuego por el hombre, así como algunos
indicios de canibalismo.
Hay antropólogos que consideran como antepasados
directos del hombre a los ejemplares de Neandertal y a las
docenas de fósiles emparentados; otros opinan que
sólo son una ramificación del Homo sapiens que se
extinguió hace decenas de miles de años. Se calcula
que hace entre 100.000 y 35.000 años, los hombres de
Neandertal ya eran una población de cazadores-recolectores
extendida por gran parte de Europa y de Oriente Próximo;
de constitución robusta y cejas espesas, con capacidad
craneana de unos 1.500 cm3, mayor que la de gran parte de los
Homo sapiens sapiens, especie a la que pertenecemos los seres
humanos modernos. Se han encontrado fósiles que algunos
consideran intermedios entre los de Neandertal y el Homo sapiens
sapiens. Estos restos podrían ser la prueba del cruce de
los Neandertal con los antepasados directos del hombre, o
simplemente reflejan una multitud de variantes dentro de la misma
población de Homo sapiens (las tesis más modernas
se inclinan hacia el primer supuesto). Desde las últimas
fases de los periodos glaciales, en Europa, África y otros
muchos lugares se han sucedido los hallazgos de un sinfín
de restos fósiles que se asemejan al hombre
moderno.
En el continente americano, sin embargo, ningún
rastro humano tiene más de 15.000 años, y los
únicos ejemplares óseos que cuentan algunos miles
de años pertenecen todos al Homo sapiens sapiens. Por
tanto, parece que la evolución biológica que
derivó en el hombre moderno tuvo lugar en el Viejo
Mundo.
Biología humana
Otra de las ramas importantes de la antropología
física la constituye el estudio de los pueblos
contemporáneos y de sus diferentes rasgos
biológicos. Gran parte de los estudios y discusiones de
antaño se centraron en la identificación,
número y características de las razas principales.
A medida que se fueron desarrollando técnicas más
perfectas para medir el color de la piel y los ojos, la textura
del cabello, el tipo sanguíneo, la capacidad craneana y
demás variables, la clasificación de las razas se
hizo más compleja. Los teóricos modernos mantienen
que cualquier idea sobre las denominadas "razas puras" o
arquetipos ancestrales es engañosa y errónea. Todos
los seres humanos actuales son Homo sapiens sapiens y descienden
de los mismos orígenes universales y complejos. Los rasgos
genéticos siempre han variado con la geografía
según la respuesta biológica de su
adaptación al entorno, pero en cada región la
herencia genética produce una gama de variedades tipo y
combinaciones intermedias. Por tanto, la asimilación de
las personas a categorías según posibles razas es
más un planteamiento social y político que
biológico. Los calificativos "asiático", "negro",
"hispano" o "blanco" obedecen a definiciones sociales que
conllevan una gran mezcla de características
genéticas y culturales.
Después de que los antropólogos
biológicos centraran su atención en los complejos
patrones de la genética humana, estudiaron la
interacción de las adaptaciones genéticas y las
adaptaciones (no genéticas) fisiológicas y
culturales, en relación con la enfermedad, la
desnutrición y la presión del entorno, así
como las grandes altitudes y los climas calurosos. Los
médicos y antropólogos especialistas en
nutrición combinan los enfoques biológicos y
genéticos con datos culturales y sociales, ya sea para
estudiar enfermedades como la hipertensión y la diabetes o
para investigar el crecimiento y el desarrollo en diferentes
condiciones de alimentación y salud.
El médico estadounidense, galardonado con el
Premio Nobel, Daniel Carleton Gajdusek, adquirió especial
renombre por su descubrimiento de que el kuru ("temblores"),
enfermedad debilitante que sólo existe entre pueblos
aislados de las montañas de Nueva Guinea, estaba causada
por un agente infeccioso lento denominado prión (que
consiguió aislar e identificar) transmitido a
través de la antropofagia (véase Canibalismo).
Algunos antropólogos biológicos han detectado los
esquemas genéticos de otras enfermedades, como la anemia
de células falciformes, talasemia y diabetes.
Estudio de los primates
Debido a que los seres humanos son primates emparentados
genéticamente con otros simios y monos el estudio de la
conducta, la dinámica de la población, los
hábitos alimenticios y otras cualidades de los mandriles,
chimpancés, gorilas y primates análogos, constituye
una dimensión comparativa esencial de la
antropología. La etóloga británica Jane
Goodall y sus colegas dedicaron años a la
observación de los chimpancés en una reserva del
lago Tanganica (Tanzania) y descubrieron que estos animales son
capaces de usar útiles simples —sobre todo,
pequeños palos para conseguir termitas y hormigas— y
lanzar de forma eficaz piedras; en uno de los experimentos se
observó a los chimpancés usando palos gruesos para
apalear a un leopardo disecado. Además se comunican entre
sí tanto vocal como físicamente. Estudios
realizados acerca de los esquemas de comunicación y de la
vida en grupo de los simios y los monos, facilitan la
comprensión del pasado remoto del hombre.
Antropología Social y
Cultural
Gran parte de la investigación
antropológica se basa en trabajos de campo llevados a cabo
con diferentes culturas. Entre 1900 y 1950, aproximadamente,
estos estudios estaban orientados a registrar cada uno de los
diferentes estilos de vida antes de que determinadas culturas no
occidentales experimentaran la influencia de los procesos de
modernización y occidentalización. Los trabajos de
campo que describen la producción de alimentos, la
organización social, la religión, la vestimenta, la
cultura material, el lenguaje y demás aspectos de las
diversas culturas, engloban lo que hoy se conoce por
etnografía. El análisis comparativo de estas
descripciones etnográficas, que persigue generalizaciones
más amplias de los esquemas culturales, las
dinámicas y los principios universales, es el objeto de
estudio de la etnología.
Durante la segunda mitad del siglo XX, la
etnología (que hoy se suele conocer como
antropología cultural) comenzó a relacionar su
campo de estudio con el de la antropología social,
desarrollada por los científicos británicos y
franceses. En un breve periodo se debatió intensamente si
la antropología debía ocuparse del estudio de los
sistemas sociales o del análisis comparativo de las
culturas. Sin embargo, pronto se llegó a la
conclusión de que la investigación de las formas de
vida y de las culturas casi siempre están relacionadas, de
donde procede el nombre actual de antropología
sociocultural. Alguno de los temas de estudio son:
Parentesco y organización
socialLa evolución de los sistemas
político-socialesEl auge de las naciones-estado
Desarrollo de los sistemas
religiososEvolución de la cultura
Métodos y Aplicaciones:
Los métodos de investigación en
antropología son tan variados como los distintos temas de
estudio.
4.1. Investigación
arqueológica:
Para los arqueólogos resulta fundamental
establecer esquemas cronológicos a partir de los restos y
fósiles que descubren en sus excavaciones. Entre los
modernos métodos de datación arqueológicos,
la técnica del carbono radiactivo tal vez sea la
más utilizada. Este método se basa en que las
plantas y los animales vivos contienen unas proporciones fijas de
una variedad radiactiva del carbono, denominada carbono 14, que
se va degradando a ritmo constante hasta convertirse en carbono
no radiactivo. La medición de los restos del radiocarbono
en madera carbonizada, restos de plantas, fibras de
algodón, madera y otras sustancias, permite determinar con
bastante precisión edades de hasta 60.000 y 70.000
años de antigüedad.
La edad de los antiguos yacimientos fósiles en
África oriental, que datan de hace varios millones de
años, se ha podido fijar con ayuda de otra potente
herramienta radiológica: el método del
potasio-argón —el potasio radiactivo, potasio 40, se
degrada con enorme lentitud para convertirse en argón
40.
Las secuencias temporales de los restos
arqueológicos se determinan todavía de forma
bastante primaria mediante la observación meticulosa de la
estratigrafía, depósito secuencial de sustancias
terrestres orgánicas y de restos de la actividad humana.
Estos depósitos van creciendo poco a poco y cubren cada
una de las fases previas de cualquier asentamiento humano. Las
técnicas utilizadas para determinar las secuencias
estratigráficas incluyen el análisis del suelo, los
estudios geológicos y el estudio de restos animales y
vegetales, así como la laboriosa tarea de unir restos de
suelos, fosas de almacenamiento y demás
construcciones.
Investigación social y cultural
:
En la antropología social y cultural, la
investigación se ampara en la idea fundamental de la
observación participante dentro del seno de una comunidad
o sistema social. El antropólogo se introduce primero en
la vida de la comunidad y, a través de los contactos y las
observaciones cotidianas, es aceptado por ella. Esta primera fase
de la investigación de campo requiere semanas, incluso
meses, sobre todo si hay que aprender la lengua local. Los
primeros etnógrafos obtenían los datos a partir de
entrevistas en profundidad con algunos informantes clave,
personas expertas en la cultura y en el sistema social local.
Estos datos se verificaban y cruzaban con los de otros
informantes y con las observaciones directas del propio
trabajador de campo.
Sin embargo, la investigación de las distintas
sociedades y pueblos exige hoy otras herramientas
metodológicas. Las entrevistas estructuradas (con
muestreo) se utilizan de forma rutinaria para la obtención
de una información; por ejemplo, el consumo de alimentos,
el comportamiento sanitario, los recursos económicos, los
movimientos migratorios laborales, el tiempo libre y otros
aspectos. Para analizar la conducta económica hay que
registrar con minuciosidad las transacciones en el mercado, las
horas de trabajo, las capturas de peces y animales de caza,
así como los rendimientos de las cosechas. Cuando se
tratan de estudiar los aspectos de la personalidad se utilizan
pruebas psicológicas. También se someten a
análisis los posibles datos de los registros parroquiales,
los textos locales, los informes gubernamentales y otras fuentes
escritas.
A medida que los datos son más complejos e
intrincados, y se hace necesario el tratamiento rutinario de
miles o incluso cientos de miles de fragmentos de
información, los arqueólogos han recurrido a las
computadoras y equipos informáticos para dibujar las
secuencias temporales, las relaciones espaciales y demás
esquemas. Las tendencias del cambio cultural, la
interacción entre las actividades económicas y
sociales, las interrelaciones étnicas y otros patrones
complejos se comprueban hoy mediante avanzados métodos
estadísticos.
Estos métodos técnicos y cuantitativos en
la investigación no han sustituido a los estilos
tradicionales de investigación de campo. Al contrario, las
entrevistas en profundidad a los informantes clave, así
como el complejo análisis cualitativo de los sistemas
simbólicos, las ceremonias y otras prácticas
culturales, constituyen todavía una parte esencial de la
metodología holística (doctrina
epistemológica que hace hincapié en el estudio de
los elementos desde su totalidad).
Tendencias Actuales:
La antropología moderna se está
convirtiendo poco a poco en una ciencia aplicada, ya que los
investigadores se están concentrando en aspectos sociales
como la sanidad, la educación, protección del
entorno y el desarrollo urbano. Hoy son muchos los
antropólogos contratados por organismos públicos,
empresas de investigación, grupos independientes de
presión, organizaciones indigenistas y agencias sanitarias
para realizar trabajos de campo en entornos culturales, ya sean
proyectos educativos, sanitarios o programas de desarrollo
agrícola a gran escala en regiones rurales.
El desplazamiento hacia el estudio de sistemas
heterogéneos y diversificados, así como el auge de
los métodos cuantitativos de investigación han
promovido la necesidad de la investigación en equipo.
Anteriormente, una investigación, por lo general,
sólo implicaba a un trabajador de campo que se aislaba
durante meses en algún poblado remoto; hoy, por el
contrario, la mayor parte de los proyectos de campo necesitan el
apoyo de diferentes profesionales, incluidos los asesores
estadísticos, biólogos, sociólogos y
estudiantes colaboradores.
Por cuestiones de metodología, los
antropólogos han desarrollado vínculos sociales con
las comunidades objeto de estudio. Estas relaciones muchas veces
han pasado a ser verdaderas asociaciones que, en la
mayoría de los casos, han beneficiado a estas comunidades.
A cambio, la aplicación pragmática de estos
métodos ha abierto nuevos caminos en la teoría
social y biocultural.
La
Sociología
Ciencia que estudia el desarrollo, la estructura y la
función de la sociedad. Otras disciplinas de las ciencias
sociales (economía, ciencias políticas,
antropología y psicología) también estudian
temas que pertenecen al ámbito de la sociología.
Los sociólogos analizan las formas en que las estructuras
sociales, las instituciones (clase, familia, comunidad y poder) y
los problemas de índole social (delito) influyen en la
sociedad.
La sociología se basa en la idea de que los seres
humanos no actúan de acuerdo a sus propias decisiones
individuales, sino bajo influencias culturales e
históricas y según los deseos y expectativas de la
comunidad en la que viven. Así, el concepto básico
de sociología es la interacción social como punto
de partida para cualquier relación en una sociedad. La
sociología que estudia los detalles de las interacciones
de la vida cotidiana recibe el nombre de microsociología y
la que se ocupa de los patrones de relación entre sectores
sociales más amplios (el Estado, la economía e
incluso las relaciones internacionales) recibe el nombre de
macrosociología.
Historia de la
Sociología:
El origen de la sociología como disciplina o
conocimiento sistematizado es relativamente reciente. El concepto
de sociedad civil como ámbito diferente al Estado se
encuentra por primera vez en el siglo XVII en la obra de los
filósofos ingleses Thomas Hobbes y John Locke, y de los
pensadores del Siglo de las Luces (en Francia y Escocia). El
primer enfoque de la sociología ya se encuentra tanto en
estos trabajos como en los escritos sobre filosofía de la
historia del italiano Giambattista Vico y en el estudio del
cambio social del filósofo alemán Georg Wilhelm
Friedrich Hegel.
Orígenes:
La primera definición de sociología fue
propuesta por el filósofo francés Auguste Comte. En
1838, Comte acuñó este término para
describir su concepto de una nueva ciencia que descubriría
unas leyes para la sociedad parecidas a las de la naturaleza,
aplicando los mismos métodos de investigación que
las ciencias físicas. El filósofo británico
Herbert Spencer adoptó el término y continuó
el trabajo de Comte.
Hoy también se consideran fundadores de esta
disciplina a algunos filósofos sociales del siglo XIX que
nunca se consideraron sociólogos. El principal entre ellos
fue Karl Marx, aunque no hay que olvidar al aristócrata
francés conde de Saint-Simon, al escritor y estadista
Alexis de Tocqueville y al filósofo y economista
inglés John Stuart Mill. En el siglo XIX se
desarrolló la corriente estadística empírica
que posteriormente se incorporó a la sociología
académica.
Desarrollo:
Hasta finales del siglo XIX la sociología no
comenzó a ser reconocida como disciplina académica.
En Francia, Émile Durkheim, heredero intelectual de
Saint-Simon y Comte, comenzó a enseñar
sociología en las universidades de Burdeos y París.
Durkheim, fundador de la primera escuela de pensamiento
sociológico, destacaba la realidad independiente de los
hechos sociales (independientes de los atributos
psicológicos de las personas) e intentaba descubrir las
relaciones entre ellos. Durkheim y sus seguidores estudiaron
ampliamente las sociedades no industrializadas de forma similar a
como, más adelante, lo harían los
antropólogos sociales.
En Alemania, la sociología fue reconocida
formalmente como disciplina académica en la primera
década del siglo XX, en gran parte gracias a los esfuerzos
del economista e historiador alemán Max Weber. Frente a
los intentos por parte de Francia y de los países de habla
inglesa de modelar la disciplina según las ciencias
físicas, la sociología alemana se basó en
una amplia erudición histórica modulada por la
influencia del marxismo, muy presente en el trabajo de Weber. Los
esfuerzos del filósofo alemán Georg Simmel por
definir la sociología como una disciplina independiente,
subrayaron el enfoque humano del idealismo filosófico
alemán.
En Gran Bretaña, la sociología
sufrió una lenta evolución. Hasta la década
de 1960, la enseñanza de esta disciplina se limitó
básicamente a una institución académica, la
London School of Economics de la Universidad de Londres. La
sociología británica combinaba el interés
por el cambio social evolutivo a gran escala, con el
interés práctico por problemas administrativos del
Estado de bienestar.
En la segunda mitad del siglo XX, cuando ya había
decaído el interés por las teorías
evolutivas de Comte y Spencer, la sociología
comenzó a estudiar determinados fenómenos sociales
como el delito, las desavenencias matrimoniales y la
aculturación de los inmigrantes.
El centro más importante del estudio de la
sociología antes de la II Guerra Mundial (1939-1945) fue
la Universidad de Chicago (EEUU). Allí, el filósofo
estadounidense George Herbert Mead, formado en Alemania,
destacaba en sus trabajos la influencia de la mente, el yo y la
sociedad en las acciones e interacciones humanas. Este enfoque
(conocido posteriormente como "interaccionismo simbólico")
hacía hincapié en los aspectos
microsociológicos y psicosociales. En 1937 el
sociólogo estadounidense Talcott Parsons utilizó
las ideas de Durkheim, Weber y del sociólogo italiano
Vilfredo Pareto en su obra principal La estructura de la
acción social, ampliando así el enfoque estrecho y
limitado de la sociología estadounidense, y
centrándose en el estudio de la acción social. En
la Universidad de Columbia, el sociólogo estadounidense
Robert Merton intentó vincular la teoría con una
rigurosa investigación empírica de
recopilación de datos.
Tanto en Estados Unidos como en Europa occidental, Marx,
Durkheim y Weber son considerados como los pensadores
clásicos más relevantes de la tradición
sociológica y sus obras continúan ejerciendo gran
influencia en los sociólogos
contemporáneos.
Áreas de la Sociología:
Durante mucho tiempo se ha identificado la
sociología con una amplia reconstrucción evolutiva
del cambio histórico en las sociedades occidentales y con
el estudio de las relaciones e interdependencias entre
instituciones y aspectos de la vida social (economía,
Estado, familia o religión). Por esta razón, se
consideraba a la sociología como una disciplina
sintetizadora que intentaba integrar los resultados de otras
ciencias sociales. Aunque estos conceptos sobre el ámbito
y el enfoque de la sociología siguen siendo
válidos, actualmente se tiende a considerarlos como una
parte de la teoría sociológica que a su vez
sólo es un área de la ciencia de la
sociología.
La teoría sociológica también
engloba el estudio y el análisis de conceptos
básicos comunes a todas las esferas de la vida social
estudiadas por los sociólogos. El énfasis puesto en
las investigaciones empíricas, realizadas con
métodos de investigación estandarizados y a menudo
estadísticos, desvió la atención de los
sociólogos desde la visión abstracta de los
estudios del siglo XIX hacia áreas más concretas de
la realidad social. Estas áreas se convirtieron en
subáreas y especialidades de la sociología y hoy
son objeto de estudio en cursos académicos, libros y
revistas especializadas. Gran parte del trabajo de
investigación de los sociólogos se refiere a alguna
de las múltiples subáreas en las que está
dividida la disciplina. La mayoría de estas
subáreas comparten los mismos conceptos básicos y
técnicas de investigación. Por esta razón,
la teoría sociológica y los métodos de
investigación son dos asignaturas obligatorias para
cualquier sociólogo.
Subáreas:
Las subáreas más antiguas de la
sociología son aquellas que estudian los fenómenos
sociales que no han sido todavía considerados objeto de
estudio por otras ciencias sociales; por ejemplo, el matrimonio y
la familia, la desigualdad social, la estratificación
social, las relaciones étnicas, la desviación
social, las comunidades urbanas y las organizaciones formales.
Subáreas de origen más reciente son la
gerontología, la sociología del sexo y los
estereotipos sexuales (véase Género).
Dado que prácticamente toda actividad humana
implica una relación social, otra de las subáreas
importantes de especialización de la sociología es
el estudio de la estructura social en los distintos campos de
actividad humana, como la sociología política, la
sociología del derecho, de la religión, de la
educación, del ejército, de las ocupaciones y de
las profesiones, de las burocracias, industrial, de las artes, de
las ciencias, del lenguaje (o sociolingüística), de
la medicina, de la biología (sociobiología), de los
medios de comunicación y de los deportes. Estas
subáreas difieren de modo considerable en cuanto a volumen
de investigación y número de adeptos. Algunas
subáreas (como la sociología del deporte) son de
origen reciente, mientras que otras (como la sociología de
la religión y del derecho) tienen sus raíces en los
primeros estudios sociológicos. Otras subáreas de
escasa popularidad han sido incorporadas a otras más
amplias. La sociología industrial, por ejemplo, fue un
área floreciente en Estados Unidos en las décadas
de 1930 y 1940, para ser después absorbida por el estudio
de las organizaciones complejas. En Gran Bretaña, sin
embargo, la sociología industrial se ha mantenido como un
área independiente de investigación. Un
fenómeno sociológico más habitual es la
división de una subárea en subdvisiones.
Así, por ejemplo, la sociología del conocimiento se
ha dividido según los campos que abarca: la ciencia, el
arte, la literatura, la cultura popular y el lenguaje, entre
otros.
Dos subáreas, la demografía y la
criminología, ya eran áreas independientes mucho
antes de que existiera la disciplina formal de la
sociología. Antiguamente se solían asociar a otras
disciplinas. En algunos países la demografía
(ciencia que estudia el tamaño, el crecimiento y la
distribución de la población) está
estrechamente ligada a la economía, pero en otros, sobre
todo occidentales, se considera una subdivisión de la
sociología o de la geografía humana. En las
últimas décadas, la criminología ha estado
relacionada con el estudio de la desviación social
(cualquier forma de conducta diferente a la considerada normal o
aceptable desde el punto de vista social) y de sus formas de
conducta no delictivas.
Áreas
interdisciplinarias:
La subárea interdisciplinaria más antigua
de la sociología es la psicología social,
considerada una disciplina independiente que atraía a
estudiosos tanto de la sociología como de la
psicología. Mientras que los sociólogos estudian
principalmente normas, roles, instituciones sociales y
estructuras de grupo, los psicólogos sociales se
concentran en su impacto sobre la personalidad del individuo. Los
psicólogos sociales formados en la sociología han
estudiado las interacciones en pequeños grupos informales,
la distribución de creencias y actitudes en la
población, y la formación del carácter y de
las aspiraciones bajo la influencia de la familia, la escuela,
las amistades y demás instituciones de
socialización. Las ideas psicoanalíticas derivadas
del trabajo de Sigmund Freud y de otros psicoanalistas
posteriores, han influido también en el área de la
psicología social.
La sociología histórica comparada,
determinada por las ideas de Marx y Weber, ha tenido un gran
interés en los últimos años. Muchos
historiadores se han guiado por conceptos procedentes de la
sociología, mientras que algunos sociólogos han
realizado estudios de historia comparada a gran escala. Las
barreras, antes muy definidas entre historia y sociología,
hoy han desaparecido, sobre todo en áreas como la historia
social, el cambio demográfico, el desarrollo
económico y político, la sociología de las
revoluciones y los movimientos de protesta.
Métodos de
Investigación:
Los sociólogos utilizan casi todos los
métodos de recopilación de información
empleados por otras ciencias sociales y humanidades, desde
avanzadas estadísticas matemáticas hasta la
interpretación de textos. También se apoyan en la
información de tipo estadístico recogida
periódicamente por los gobiernos, como censos y
estadísticas demográficas, registros de desempleo,
inmigración y delincuencia.
Observación directa:
La observación directa de algunos aspectos de la
sociedad tiene una larga historia en la investigación
sociológica. Los sociólogos obtienen
información a través de la observación
participante, es decir, formando parte del grupo estudiado o
confiando en informantes seleccionados del grupo. Ambos
métodos han sido igualmente utilizados por los
antropólogos sociales (véase Trabajo de
campo).
En los últimos años esta
observación directa se ha aplicado a escenarios más
pequeños, en clínicas, reuniones religiosas y
políticas, bares, casinos y aulas. Erving Goffman,
sociólogo canadiense, ha postulado una teoría y
diferentes modelos para este tipo de estudios. Goffman sostiene
que la base de la realidad social es la vida cotidiana y no las
abstracciones estadísticas o conceptuales. Esta
teoría ha impulsado la investigación
microsociológica intensiva, haciendo uso de grabadoras y
cámaras de vídeo ante situaciones sociales reales,
en lugar de situaciones creadas de forma artificial.
Los sociólogos, como los historiadores, utilizan
fuentes de segunda mano que incluyen historiales, documentos
personales elaborados por instituciones y registros
médicos.
A pesar de que los estereotipos han descrito a los
sociólogos como personas que captan la observación
cualitativa de las experiencias humanas para reducirla a sumarios
cuantitativos (estadísticos), esto no es exacto del todo.
Aunque es cierto que la sociología ha destacado la
investigación social cuantitativa y que se ha distanciado
de las disciplinas humanísticas como la
antropología, la filosofía, la historia y el
derecho, la investigación cualitativa ha sido siempre de
gran valor en esta ciencia.
Métodos cuantitativos:
Estos métodos, cada vez más sofisticados e
informatizados, siguen jugando un papel importante en la
sociología. La sociología cuantitativa engloba la
recopilación de gran volumen de datos estadísticos
descriptivos y la utilización de técnicas de
muestreo, modelos matemáticos avanzados y simulaciones
informáticas de procesos sociales. El análisis
cuantitativo es cada vez más utilizado como medio de
investigación de las posibles relaciones causales,
especialmente en la investigación de la movilidad social y
la adquisición de estatus.
Encuestas:
Una encuesta implica la recopilación y el
análisis de las respuestas de grandes grupos de personas,
a través de sondeos y cuestionarios diseñados para
conocer sus opiniones, actitudes y sentimientos hacia un tema
determinado. En las décadas de 1940 y de 1950 la
realización de encuestas y los métodos
estadísticos para tabular e interpretar sus resultados
eran considerados como la principal técnica de
investigación sociológica. Las encuestas de
opinión, en especial los sondeos preelectorales o las
investigaciones de mercado, se utilizaron por primera vez en la
década de 1930. Actualmente, las encuestas son
herramientas utilizadas tanto por políticos como por
numerosas organizaciones y empresas relacionadas con la
opinión pública.
Aunque los sociólogos utilizan las encuestas en
casi todas las subáreas de la sociología, su
principal campo de aplicación es el estudio de la conducta
de los votantes, los prejuicios étnicos o la respuesta a
los medios de comunicación. A pesar de que las encuestas
son una herramienta de investigación sociológica
importante, su utilización ha sido a veces muy criticada.
La observación directa de la conducta social no puede ser
sustituida por respuestas verbales a una lista de preguntas
estándar presentada por un entrevistador, aun cuando estas
respuestas se adapten fácilmente a la tabulación y
manipulación. La observación directa permite al
sociólogo obtener información detallada sobre un
determinado grupo; el muestreo, sin embargo, le permite obtener
una información uniforme pero superficial sobre un sector
mucho más amplio de la población.
Nuevas Tendencias:
A partir de la década de 1960, la
sociología se popularizó de forma considerable en
Europa y Estados Unidos. Además de la
diversificación de teorías, surgieron nuevas
subáreas, como la sociología del género o de
los estereotipos sexuales, impulsada especialmente por los
movimientos feministas y que engloba el análisis de roles
y desigualdades sociales según el sexo, el estudio de las
emociones y el envejecimiento. Se revitalizaron subáreas
más antiguas como la sociología histórica y
comparada, la sociología aplicada y la sociología
política. Los sociólogos aplican sus conocimientos
en su trabajo como asistentes, planificadores, educadores,
investigadores y gestores en la administración local y
nacional, en organizaciones no lucrativas y en empresas privadas,
especialmente en las áreas de marketing, publicidad,
seguros, recursos humanos y análisis
organizativo.
Los sociólogos interesados en el estudio de los
fenómenos sociales han intensificado el uso tanto de los
métodos de investigación tradicionales asociados
con otras disciplinas (análisis de material
histórico, por ejemplo), como de las más
sofisticadas técnicas matemáticas y
estadísticas. El desarrollo de los ordenadores y de otros
dispositivos para manejar y almacenar información, ha
facilitado hoy día el procesamiento de los datos
sociológicos.
Debido a la gran diversidad de métodos de
investigación y de enfoques teóricos, los
sociólogos que trabajan en una determinada subárea
tienen más en común con los profesionales de una
disciplina complementaria que con los sociólogos
especializados en otras subáreas. Un sociólogo del
arte, por ejemplo, se encuentra mucho más cercano en
intereses y métodos a un historiador o a un crítico
de arte, que a un sociólogo que diseña modelos
matemáticos de movilidad ocupacional. Actualmente no
existen escuelas especializadas en las distintas teorías,
métodos o materias de la sociología.
La
Antropología, sus ramas y campos de
estudio
La antropología se divide en cinco principales
campos de estudio de la humanidad.
1. La Antropología Cultural
(social): Se ocupa de la descripción y
análisis de las culturas, las tradiciones, las
tradiciones socialmente aprendidas del pasado y del
presente.
La etnografía, subdisciplina suya, describe e
interpreta las culturas existentes hoy en día. La
comparación de estas descripciones e interpretaciones
permite formular hipótesis y teorías sobre las
causas de las similitudes y diferencias culturales del pasado y
del presente.
2. La Arqueología: Estudia los
restos materiales que dejan las culturas del pasado sobre o
debajo de la superficie de la tierra. Sin los descubrimientos
de la arqueología no nos sería posible
comprender el pasado humano, sobre todo allí donde los
pueblos no dejan libros ni registros escritos de
ningún tipo.
La arqueología y la antropología cultural
tienen objetivos similares pero se diferencian en los
métodos que emplean y en las culturas que se
estudian.
3. La Lingüística
Antropológica: Estudia la gran diversidad de
lenguas habladas por los seres humanos. Los lingüistas
de orientación antropológica intentan
reconstruir la historia de estas lenguas y de familias
lingüísticas enteras. Se interesan por la forma
como el lenguaje influye y es influido por otros aspectos de
la vida humana, por la relación entre la
evolución del lenguaje y la evolución de
nuestra especie, Homo Sapiens. Se ocupan así mismo, de
la relación entre la evolución de las lenguas y
la evolución de las culturas.4. La Antropología
Física (biológica): Estudia el origen de
los animales y la naturaleza biológicamente
determinada del Homo Sapiens. Los antropólogos
físicos tratan de reconstruir el curso de la
evolución humana mediante el estudio de los restos
fósiles de especies antiguas similares a la especie
humana.
Así mismo intentan describir la
distribución de las variaciones hereditarias entre las
poblaciones contemporáneas, y deslindar y medir las
aportaciones relativas a la herencia, la cultura y el medio
ambiente a la vida humana.
5. La Antropología Aplicada:
Utiliza los descubrimientos de los estudios culturales,
arqueológicos, lingüísticos y
biológicos para resolver los problemas
prácticos que afectan a la salud, la educación,
la seguridad y la prosperidad de los seres humanos en los
más diversos marcos culturales.
La combinación de los cinco campos de la
antropología se denomina antropología
general.
Es necesario ver algunos aspectos importantes antes de
entrar al proceso de hominización.
El proceso de
hominización
Los australopitecinos:
Hace aproximadamente unos 5 millones de años
evolucionó en África una especie parecida a los
simios con dos características importantes que le
distinguían de éstos: pequeños dientes
caninos (contiguos a los cuatro incisivos) y bipedación
—es decir, la capacidad de andar erguido sobre las dos
piernas. Los científicos se refieren a estos primitivos
homínidos como los australopitecinos. La primera especie
conocida en la actualidad pertenece al género
Ardipithecus. Otras especies pertenecen al género
Australopithecus y, según algunas clasificaciones, al
Paranthropus. El término australopitecino significa
literalmente "simio meridional", como referencia a
Suráfrica, donde se encontraron los primeros
fósiles australopitecinos.
El valle del Rift, región de África
oriental en donde movimientos de la corteza terrestre han dejado
al descubierto antiguos depósitos de fósiles, se ha
hecho famoso por haberse encontrado en él numerosos restos
arqueológicos de australopitecinos. Otros países
donde los científicos han encontrado asimismo
fósiles de este tipo son Etiopía, Tanzania, Kenia,
Suráfrica y Chad, lo que demuestra que los
australopitecinos poblaron ampliamente el continente
africano.
Los fósiles aportan gran cantidad de
información sobre la estructura física y las
actividades de los primeros australopitecinos, pero no así
sobre las características físicas externas tales
como el color y la textura de la piel o del pelo, o sobre ciertos
comportamientos tales como los métodos de obtención
de alimentos o los patrones de interacción social. Por
esta razón los científicos estudian a los grandes
simios actuales —en particular a los africanos— para
llegar a una mejor comprensión del aspecto y de la
conducta de los primeros, y de cómo se produjo la
transición de simio a ser humano.
Así, por ejemplo, los australopitecinos
probablemente se parecían a los grandes simios en
características como la forma del rostro o la cantidad de
pelo en el cuerpo. También el tamaño del cerebro
era aproximadamente igual, por lo que es probable que tuvieran
una capacidad mental similar. Su vida social posiblemente se
parecía a la de los chimpancés.
Características de los
australopitecinos
La mayor parte de las principales características
físicas humanas de los australopitecinos estaban
relacionadas con su postura bípeda. Antes de ellos,
nunca un mamífero había desarrollado una
anatomía que le permitiera andar erguido de forma
habitual. También tenían dientes caninos
pequeños, comparados con los grandes caninos que se
encuentran en casi todos los demás primates
catarrinos.
Sin embargo, otras características de los
australopitecinos recordaban a sus antepasados simios: un
cráneo bajo tras un rostro prominente y un
tamaño de cerebro de 390 a 550 cm3 —similar
al de los simios. El peso de los australopitecinos, estimado a
partir de sus huesos, oscilaba entre 27 y 49 kg y su altura entre
1,1 y 1,5 m, valores que se aproximan mucho a los de los
chimpancés (erguidos). Algunas especies de
australopitecinos presentaban un marcado dimorfismo sexual
—los machos eran mucho mayores que las hembras— rasgo
también encontrado en gorilas, orangutanes y otros
primates.
Los australopitecinos también tenían dedos
curvos y pulgares largos con amplia movilidad. En
comparación, los dedos de los simios son más
largos, más potentes y más curvados,
adaptación que les permite perfectamente colgarse y
balancearse en las ramas. Los simios también presentan
pulgares muy cortos que limitan su capacidad para manipular
objetos pequeños. Los paleoantropólogos especulan
con la posibilidad de que los pulgares largos y diestros de los
australopitecinos les permitiesen utilizar utensilios de forma
más eficaz que en el caso de los simios.
Los primeros australopitecinos
Los paleoantropólogos reconocen al menos cuatro
especies de australopitecinos: la primera pertenece al
género Ardipithecus (raminidus, anamensis) y las otras al
género Australopithecus (afarensis, africanus, robustus,
boisei). Siendo el más sobresaliente el
Afaresis.
b.1. El Australopithecus Afarensis:
El Australopithecus anamensis era bastante similar a
otra especie mucho mejor conocida, el A. afarensis, un
australopitecino grácil que vivió en África
oriental hace unos 3,9 a 2,9 millones de años. El
fósil más importante encontrado de esta especie,
conocido como Lucy, es parte del esqueleto de un ejemplar
femenino descubierto en 1974 por el paleoantropólogo
norteamericano Donald Johanson en Hadar, Etiopía. Lucy
vivió hace unos 2,6 a 3,6 millones de años. Los
científicos han identificado varios cientos de
fósiles de A. afarensis procedentes de Hadar, incluida una
colección de fósiles pertenecientes al menos a 13
individuos de ambos sexos y diferentes edades, descubiertos todos
ellos en el mismo yacimiento.
Los investigadores que trabajan en el norte de Tanzania
han descubierto asimismo huesos fosilizados de A. afarensis en
Laetoli. Este yacimiento, datado en unos 3,6 millones de
años de antigüedad, es famoso por sus espectaculares
huellas de homínidos bípedos. Estas huellas,
conservadas en cenizas volcánicas fosilizadas, fueron
descubiertas en 1978 por un equipo de investigadores dirigido por
la paleoantropóloga británica Mary Leakey y
proporcionan una evidencia irrefutable de que los
australopitecinos caminaban normalmente erguidos.
Los paleoantropólogos han barajado diferentes
interpretaciones de las características del A. afarensis y
del lugar que ocupan en el árbol genealógico del
ser humano. Una de las controversias se centra en las huellas de
Laetoli que, según algunos científicos, muestran
que la anatomía del pie y el porte del A. afarensis no
coincidían exactamente con los del hombre moderno. Esta
observación parece indicar que los primeros
australopitecinos no vivían básicamente sobre el
suelo o que al menos una parte importante de su tiempo lo pasaban
en los árboles. El esqueleto de Lucy indica asimismo que
el A. afarensis tenía unos brazos más largos y
potentes que la mayoría de las especies de
homínidos posteriores, lo que sugiere que estaba
especialmente adaptada para trepar a los
árboles.
Otro debate se centra en la clasificación
científica de los fósiles de A. afarensis.
Comparados con Lucy, que tenía una altura máxima de
unos 1,2 m, otros fósiles procedentes de Hadar y Laetoli
identificados como A. afarensis pertenecían a individuos
de alturas de hasta 1,5 m. Esta gran diferencia de tamaño
llevó a algunos científicos a pensar que el
conjunto de fósiles actualmente clasificados como A.
afarensis realmente representaba a dos especies. La
mayoría de los científicos, sin embargo, piensan
que los fósiles pertenecen a una sola especie con un alto
grado de dimorfismo —diferencia de tamaño entre los
sexos. Los defensores de esta hipótesis destacan que los
dos fósiles de adultos, el alto (probablemente masculino)
y el bajo (probablemente femenino) fueron descubiertos juntos en
un mismo yacimiento en Hadar.
Un tercer debate surge de la teoría de que el A.
afarensis era el antepasado común tanto de los posteriores
australopitecinos como del género Homo. Esta idea sigue
siendo una hipótesis sólida, aunque la similitud
entre ésta y otra especie de australopitecino —una
del sur de África denominada Australopithecus
africanus— hace difícil decidir cuál de
las dos especies dio realmente lugar al género
Homo.
El Género Homo:
El ser humano pertenece al género Homo,
género que comenzó a evolucionar como mínimo
hace unos 2,3 a 2,5 millones de años. Los primeros
miembros de este género diferían de los
australopitecinos en al menos un aspecto importante:
tenían un cerebro más grande que sus
predecesores.
La evolución del género humano moderno
puede dividirse a grandes rasgos en tres periodos: Homo antiguo,
Homo medio y Homo moderno. Las especies del Homo antiguo se
parecían en muchos aspectos a los australopitecinos
gráciles. Algunas vivieron hasta hace aproximadamente 1,6
millones de años. El periodo del Homo medio comenzó
hace entre unos 2 y 1,8 millones de años,
solapándose en parte con el final de la era del Homo
antiguo. Las especies del Homo medio desarrollaron una
anatomía mucho más parecida a la del hombre moderno
aunque con cerebros comparativamente más pequeños.
La transición del Homo medio al Homo moderno se produjo en
algún momento hace unos 200.000 años. Las especies
del Homo moderno desarrollaron cerebros grandes y complejos y
eventualmente el lenguaje. La cultura también se
convirtió en una parte cada vez más importante de
la vida humana durante los periodos más recientes de su
evolución.
Orígenes:
El origen del género Homo ha intrigado durante
mucho tiempo a los paleoantropólogos y ha suscitado gran
número de debates. Alguna de las diferentes especies de
australopitecinos conocidas, o incluso alguna no descubierta
todavía, pudo haber dado lugar a la primera especie de
Homo. Los científicos tampoco saben con exactitud
qué factores favorecieron la evolución hacia un
cerebro más grande y más complejo —el rasgo
físico definidor del hombre moderno.
Louis Leakey argumentó en un principio que el
origen del Homo estaba directamente relacionado con el avance en
la fabricación de utensilios —y en especial, de
utensilios de piedra, ya que la fabricación de
herramientas requiere ciertas habilidades mentales y una
manipulación manual precisa que sólo puede existir
en miembros de nuestro propio género. En realidad, el
nombre Homo habilis se refiere directamente a la habilidad para
fabricar y utilizar utensilios.
Sin embargo, al mismo tiempo que el Homo antiguo
vivieron varias especies de australopitecinos, lo que deja poco
claro qué especie fabricó los primeros utensilios
de piedra. Recientes estudios de huesos de manos de
australopitecinos sugieren que al menos una de las especies
robustas, el Australopithecus robustus, pudo haberlos realizado.
Además, en las décadas de 1960 y 1970 los
investigadores observaron por primera vez que algunos primates no
humanos, tales como los chimpancés, fabrican y utilizan
herramientas, lo que sugiere que los australopitecinos y los
simios que les precedieron probablemente también pudieron
fabricar algún tipo de utensilio.
Sin embargo, según algunos científicos
probablemente fue el Homo antiguo el que fabricó los
primeros utensilios de piedra, ya que a estos homínidos de
dientes más pequeños la habilidad para cortar y
triturar alimentos les habría sido de la máxima
utilidad, mientras que los australopitecinos robustos
podían masticar incluso alimentos muy duros.
Además, durante un largo periodo de tiempo, los humanos
primitivos siguieron fabricando utensilios de piedra similares a
los tipos más antiguos conocidos, incluso mucho
después de la extinción de los australopitecinos
gráciles.
Algunos científicos piensan que fue un periodo de
enfriamiento climático y de sequía en África
el que estableció el escenario para la evolución
del Homo. Según esta hipótesis, hace entre unos 2,8
y 2,4 millones de años aparecieron muchos tipos de
animales adaptados a los retos de un entorno más seco,
incluidas las primeras especies de Homo. Un homínido capaz
de fabricar utensilios tendría ventajas al poder obtener
alimentos alternativos a medida que la vegetación se iba
haciendo más escasa en entornos cada vez más
áridos. Entre los nuevos alimentos podrían
incluirse raíces y tubérculos, así como
carne obtenida de animales muertos o cazados. Sin embargo,
algunos científicos no están de acuerdo con esta
hipótesis y argumentan que durante el periodo de
evolución del Homo el clima fluctuó entre periodos
más secos y periodos más húmedos. En este
caso, la fabricación y el uso de utensilios de piedra y la
ampliación de la dieta en el Homo antiguo
—así como el aumento del tamaño de su
cerebro— pudieron haber sido adaptaciones a entornos
imprevisibles y fluctuantes. En cualquier caso, se
requeriría una documentación científica
más amplia para apoyar o rechazar decididamente la
hipótesis de que el Homo antiguo surgió como parte
de una amplia tendencia de extinción de unas especies y
evolución de otras durante un periodo de cambio
ambiental.
Homo antiguo:
Por lo general, los paleoantropólogos reconocen
dos especies de Homo antiguo: el Homo habilis y el Homo
rudolfensis (aunque también pudieron haber existido
otras). El registro es confuso porque la mayoría de los
fósiles más antiguos identificados por los
científicos como especies de Homo —en lugar de
australopitecinos robustos que vivieron en la misma
época—aparecen como fragmentos aislados. En muchos
lugares, únicamente la evidencia de dientes,
mandíbulas y piezas de cráneo —sin
ningún otro resto de esqueleto— indica que hace ya
2,5 millones de años habían evolucionado nuevas
especies de homínidos con dientes más
pequeños. Los científicos no siempre pueden decidir
si estos fósiles pertenecen a australopitecinos
gráciles que sobrevivieron por más tiempo o a los
primeros representantes del Homo. Los dos grupos son parecidos
entre sí porque es probable que el Homo descienda
directamente de una especie de australopitecino grácil. El
más sobresaliente fue el:
Homo habilis:
A principios de la década de 1960, en la garganta
de Olduvai (Tanzania), Louis Leakey, el primatólogo
británico John Napier y el paleoantropólogo
surafricano Philip Tobias descubrieron un grupo de fósiles
de homínido con una capacidad craneana de entre 590 y 690
cm3. Basándose en este tamaño de cerebro,
claramente superior al de los australopitecinos, los
científicos propusieron establecer un nuevo género,
Homo, y una nueva especie, Homo habilis. Otros científicos
se cuestionaron si este aumento de la capacidad craneana era
suficiente como para definir un nuevo género, e incluso si
el H. habilis era diferente del Australopithecus africanus, ya
que los dientes de las dos especies son similares. Sin embargo,
actualmente entre los científicos están ampliamente
aceptados los nombres de género y de especie propuestos
por el equipo de Olduvai.
El H. habilis vivió en el este y posiblemente en
el sur de África hace entre unos 2 y 1,5 millones de
años e incluso tal vez hace ya 2,4 millones de
años. Aunque los fósiles de esta especie se parecen
bastante a los de los australopitecinos, el H. habilis
tenía molares, premolares y mandíbulas más
pequeñas y estrechas que sus predecesores y que los
australopitecinos robustos contemporáneos.
En un esqueleto femenino de Olduvai se observa que su
altura era solamente de 1 m y que la relación entre la
longitud de sus miembros superiores e inferiores era superior a
la de la australopitecina Lucy. Por lo tanto, al menos en el caso
de este individuo, el H. habilis presentaba unas proporciones
corporales muy parecidas a las de los simios. Sin embargo,
tenía unos pies y unas manos de aspecto más moderno
capaces de fabricar utensilios. Junto con fósiles de H.
habilis se han encontrado algunos de los primeros utensilios de
piedra de Olduvai, lo que sugiere que esta especie fabricaba y
utilizaba las herramientas en este lugar.
Los científicos comenzaron a observar un alto
grado de variabilidad en el tamaño corporal según
fueron descubriendo más fósiles de Homo antiguo.
Esto podría indicar que el H. habilis presentaba un alto
grado de dimorfismo sexual. Así, por ejemplo, el esqueleto
femenino de Olduvai era pequeño en comparación con
otros fósiles encontrados como, por ejemplo, un
cráneo bastante grande de Homo antiguo procedente del lago
Turkana en el norte de Kenia. Sin embargo, las diferencias de
tamaño realmente excedían las esperadas entre sexos
de una misma especie. Este descubrimiento ayudó más
tarde a convencer a los científicos de que en
África oriental había vivido también otra
especie de Homo antiguo.
Homo medio:
El periodo del Homo medio comenzó en
África hace unos 1,9 millones de años. Hasta hace
poco, los paleoantropólogos reconocían sólo
una especie en este periodo, el Homo erectus. Actualmente se
reconocen tres especies de Homo medio: Homo ergaster, Homo
erectus y Homo heidelbergensis. Sin embargo, algunos
todavía piensan que el H. ergaster es una forma primitiva
africana del H. erectus, o que el H. heidelbergensis es una forma
tardía del H. erectus.
Los cráneos y dientes de las poblaciones
africanas primitivas de Homo medio diferían ligeramente de
los de las poblaciones posteriores de H. erectus de China y la
isla de Java en Indonesia. El H. ergaster es un candidato
más adecuado como antepasado de la línea humana
moderna porque el H. erectus asiático presenta ciertas
características que no se observan en algunos
homínidos posteriores, incluida nuestra propia especie. El
H. heidelbergensis presenta similitudes tanto con el H. erectus
como con la especie posterior H. neanderthalensis, aunque puede
haber sido una especie de tránsito entre el Homo medio y
la línea a la que pertenece el hombre moderno. El
más sobresaliente fue el:
Homo erectus:
Actualmente los paleoantropólogos saben que el
hombre evolucionó primero en África y que
sólo vivió en este continente durante un par de
millones de años. La primera especie humana que se sabe se
dispersó en gran número fuera del continente
africano fue descubierta por primera vez en el Sureste
asiático. En 1891 el médico holandés
Eugène Dubois encontró el cráneo de un
homínido en la isla indonesa de Java, al que llamó
Pithecantropus erectus u "hombre mono erguido". Actualmente los
paleoantropólogos se refieren a esta especie como Homo
erectus.
El H. erectus parece haber evolucionado en África
a partir de poblaciones anteriores de H. ergaster, para a
continuación dispersarse por Asia hace unos 1,8 millones
de años. Los últimos fósiles conocidos de
esta especie, procedentes del río Solo en Java,
están datados en hace unos 130.000 años
(datación que puede ser discutible). De esta forma el H.
erectus fue una especie de gran éxito: se dispersó
ampliamente (vivió en África y en gran parte de
Asia) y gozó de larga vida (posiblemente sobrevivió
durante más de 1,5 millones de años).
El H. erectus tenía un cráneo bajo y
redondeado, frente prominente y una capacidad craneana adulta de
entre 800 y 1.250 cm3, una media dos veces superior a la de los
australopitecinos. Sus huesos, incluido el cráneo, eran
más gruesos que los de las especies anteriores. Unas
prominentes marcas musculares y gruesas áreas reforzadas
en los huesos indican que el cuerpo del H. erectus podía
soportar fuertes movimientos y tensiones. Aunque tenía
unos dientes mucho más pequeños que los
australopitecinos, su mandíbula era grande y
fuerte.
En las décadas de 1920 y 1930, el anatomista y
antropólogo físico alemán Franz Weidenreich
descubrió las colecciones más famosas de
fósiles de H. erectus en el yacimiento de Zhoukoudian,
China, cerca de Pekín. Estos fósiles humanos
recibieron el nombre de Sinanthropus pekinensis u Hombre de
Pekín, aunque más tarde fue clasificado como H.
erectus. En la cueva de Zhoukoudian se encontraron restos de
más de 30 individuos que habían vivido entre hace
500.000 y 250.000 años. Estos fósiles se perdieron
al comienzo de la II Guerra Mundial, pero Weidenreich
había hecho unas réplicas excelentes de sus
descubrimientos. En excavaciones posteriores en este yacimiento
se encontraron más restos de H. erectus.
En China se encuentran otros yacimientos importantes de
fósiles de esta especie como, por ejemplo, Lantian,
Yuanmou, Yunxian y Hexian. Los investigadores también han
encontrado gran número de utensilios fabricados por el H.
erectus en yacimientos como Nihewan y Bose, en China, y en otros
lugares de antigüedad similar (al menos entre 1
millón y 250.000 años de
antigüedad).
Desde el descubrimiento del H. erectus, los
científicos se preguntan si esta especie era un antepasado
directo del hombre moderno, incluido el H. sapiens. Las
últimas poblaciones de H. erectus —tales como las
del río Solo en Java— pueden haber vivido hace
solamente 50.000 años, simultáneamente con
poblaciones de H. sapiens. El hombre moderno puede no haber
evolucionado a partir de estas últimas poblaciones de H.
erectus, un tipo de homínido mucho más primitivo.
Sin embargo, poblaciones anteriores de asiáticos
orientales pueden haber dado lugar al H. sapiens.
Homo moderno:
El origen de nuestra propia especie, el Homo sapiens, es
uno de los temas más debatidos de la
paleoantropología. Este debate se centra en si el hombre
está directamente relacionado con el Homo erectus o con el
de Neandertal, grupo más moderno y conocido de
homínidos que evolucionaron en los últimos 250.000
años. Los paleoantropólogos utilizan por lo general
el término de Homo sapiens sapiens para distinguir entre
el hombre actual y estos antepasados similares.
Tradicionalmente los paleoantropólogos
clasificaban como Homo sapiens cualquier fósil humano de
menos de 500.000 años que tuviese un cráneo mayor
que el del Homo erectus. Así, muchos científicos
que piensan que el hombre moderno desciende de una única
línea que se retrotrae al H. erectus utilizan el nombre de
Homo sapiens para referirse a una amplia gama de fósiles
más antiguos que los del Homo sapiens sapiens. El
término primitivo indica un conjunto de
características físicas típicas del hombre
de Neandertal y de otras especies de Homo moderno anteriores al
Homo sapiens. Entre estas características se encuentran la
combinación de un esqueleto robusto, un cráneo
grande pero achatado y una mandíbula inferior sin
mentón prominente. En este sentido, el Neandertal es
clasificado a veces como subespecie del H. sapiens primitivo
—Homo sapiens neanderthalensis. Otros científicos
opinan que los diferentes fósiles primitivos se agrupan
realmente por conjuntos claramente identificables de
características y que cualquier tipo de fósil que
presente un conjunto único de rasgos debería
recibir un nuevo nombre de especie. Según esta
hipótesis, el hombre de Neandertal forma su propia
especie, Homo neanderthalensis.
El Neandertal y otros homínidos
primitivos:
El hombre de Neandertal vivió en áreas
situadas entre el oeste de Europa y Asia central en una
época comprendida entre hace 120.000 y 30.000 años.
El nombre de Neandertal se debe a los fósiles encontrados
en 1856 en la cueva Feldhofer del valle del Neander en Alemania
(tal —forma moderna de thal— significa "valle" en
alemán). Los científicos se dieron cuenta varios
años después de que algunos descubrimientos
anteriores —realizados en 1829 en Engis, Bélgica, y
en 1848 en Forbes Quarry, Gibraltar— también
pertenecían a un Neandertal. Estos dos primeros
descubrimientos se refieren a los primeros fósiles de
humanos primitivos encontrados.
En el pasado, los científicos pensaban que
existían grandes diferencias entre el hombre de Neandertal
y del hombre moderno. Esta suposición se basaba en una
reconstrucción defectuosa de un esqueleto de Neandertal
que presentaba las rodillas dobladas y una forma de andar con la
cabeza baja y los brazos caídos. Esta
reconstrucción dio la impresión general, aunque
errónea, de que el hombre de Neandertal era un individuo
rudo de escasa inteligencia que vivía de forma
tosca.
Por el contrario, el Neandertal, como las especies que
le precedieron, caminaba totalmente erguido y no tenía la
mirada baja ni las rodillas dobladas. Además, su capacidad
craneana era bastante grande (aproximadamente de 1.500 cm3),
ligeramente superior a la del hombre moderno (la diferencia se
debe probablemente a su mayor masa muscular frente a la del
hombre moderno, que normalmente va aparejada a un volumen
cerebral mayor).
Comparado con los primeros homínidos, él
tenía un alto grado de sofisticación cultural.
Parece que realizaba rituales simbólicos como, por
ejemplo, el enterramiento de los muertos. Los fósiles de
esta especie —incluida una serie de esqueletos bastante
completos— son bastante numerosos si se comparan con los de
formas más primitivas de Homo, en parte debido a sus
costumbres funerarias. También fabricaba sofisticados
utensilios de piedra del tipo conocido como
musteriense.
Junto a muchas similitudes físicas, el Neandertal
difería, sin embargo, del hombre moderno en varios
aspectos: poseía un cráneo achatado y alargado,
senos nasales anchos (lo que sugería una nariz grande),
mejillas prominentes, marcados arcos superciliares, mentón
retraído y un espacio detrás del tercer
molar.
El esqueleto del Neandertal también era de
complexión más fuerte con huesos más gruesos
que los del hombre moderno. Otras características
esqueléticas eran la curvatura de los huesos de los
miembros inferiores en algunos individuos, escápulas
anchas, articulaciones de la cadera giradas hacia fuera, pubis
largo y delgado y huesos cortos en las partes inferiores de
piernas y brazos en comparación con los huesos superiores.
En conjunto, estos rasgos componían un cuerpo potente y
compacto de baja estatura —el hombre medía un
promedio de 1,7 m de altura y pesaba 84 kg, mientras que la mujer
medía un promedio de 1,5 m de altura y pesaba 80
kg.
La complexión baja y fuerte del Neandertal le
permitía conservar el calor y le ayudaba a soportar
condiciones extremadamente frías como las que comenzaron a
imponerse en las regiones templadas hace unos 70.000 años.
Los últimos fósiles conocidos de esta especie
procedían del oeste de Europa y tienen más de
36.000 años de antigüedad.
Al mismo tiempo que las poblaciones de Neandertal
crecían en número en Europa y en partes de Asia,
surgieron otras poblaciones de homínidos casi modernos en
África y Asia. Los científicos se refieren
habitualmente a estos fósiles, que son distintos pero
parecidos a los del Neandertal, como primitivos. Los
fósiles de los yacimientos chinos de Dali, Maba y Xujiayao
muestran el cráneo chato y alargado y el rostro ancho
típicos de los primeros homínidos, aunque
también presentan algunas características similares
a las de los humanos modernos de la región. En la cueva
del yacimiento de Jebel Irhoud, Marruecos, los científicos
han encontrado fósiles con el cráneo alargado
típico de los homínidos primitivos pero
también con rasgos modernos como una frente algo
más alta y rostro más plano. Los fósiles
humanos procedentes de yacimientos de África oriental de
hace más de 100.000 años —tales como Ngaloba
en Tanzania y Eliye Springs en Kenia— también
parecen mostrar una mezcla de rasgos primitivos y
modernos.
Homo sapiens sapiens:
Los fósiles más antiguos encontrados con
características esqueléticas típicas del
hombre moderno datan de hace unos 130.000 a 90.000 años.
Varias características clave diferencian los
cráneos del hombre moderno de los de las especies
primitivas: arcos superciliares poco marcados, cráneo
redondo y rostro aplanado o sólo ligeramente prominente de
tamaño reducido situado bajo la parte frontal del
cráneo. De todos los mamíferos, sólo el
hombre tiene la cara posicionada directamente bajo el
lóbulo frontal (el área más adelantada del
cráneo). Como resultado, el hombre moderno tiende a tener
una frente más alta que la que tenían el Neandertal
y otros homínidos primitivos. La capacidad craneana del
hombre moderno oscila entre aproximadamente 1.000 y 2.000 cm3,
siendo la media de aproximadamente 1.350 cm3.
En los yacimientos de Singha en Sudán, Omo en
Etiopía, Klasies River Mouth en Suráfrica y
Skhûl en Israel los científicos han encontrado
restos de cráneos de los primeros Homo sapiens sapiens.
Basándose en estos fósiles, muchos
científicos concluyen que el hombre moderno ya
había evolucionado en África hace unos 130.000
años y que en algún momento hace 90.000 años
comenzó a dispersarse hacia diferentes partes del mundo
por una ruta a través del Oriente
Próximo.
Teorías sobre los orígenes y la diversidad
del hombre moderno:
Los paleoantropólogos siguen debatiendo sobre
dónde evolucionó el hombre moderno y cómo se
dispersó por el mundo. La cuestión es si la
evolución tuvo lugar en una pequeña región
de África o en una amplia área de África y
Eurasia. Y aún más, si las poblaciones humanas
modernas procedentes de África desplazaron a todas las
poblaciones humanas allí existentes, llegando a producir
en último término su extinción.
Aquellos que piensan que el hombre moderno tuvo su
origen sólo en África para más tarde
dispersarse por el mundo apoya la denominada hipótesis de
la emigración de África. Aquellos que piensan que
el hombre moderno evolucionó por toda una gran
región de Eurasia y África apoyan la denominada
hipótesis multirregional.
Los investigadores han realizado numerosos estudios
genéticos y han valorado cuidadosamente los fósiles
para determinar cuál de estas hipótesis coincide
más con la evidencia científica. Los resultados de
esta investigación no confirman ni rechazan totalmente
ninguna de ellas. Por lo tanto, algunos científicos
piensan que la mejor explicación es un compromiso entre
ambas hipótesis. El debate entre estas teorías
tiene implicaciones en cuanto a qué entienden los
científicos como raza humana. La cuestión que se
plantea es si en el hombre moderno las diferencias físicas
evolucionaron profundamente en el pasado lejano o lo hicieron en
un pasado relativamente reciente.
La hipótesis de la emigración de
África :
De acuerdo con la hipótesis de la
emigración de África, también conocida como
la hipótesis de sustitución, las primeras
poblaciones de hombres modernos procedentes de África
migraron a otras regiones y sustituyeron por completo a las
poblaciones hasta entonces existentes de homínidos
primitivos. Entre las poblaciones sustituidas se incluye al
hombre de Neandertal y a cualquier grupo superviviente de Homo
erectus. Los defensores de esta hipótesis afirman que
muchas características del esqueleto del hombre moderno
evolucionaron en un pasado relativamente reciente —hace
unos 200.000 años aproximadamente— lo que sugiere un
origen único y común. Además, las
similitudes anatómicas comunes a todas las poblaciones de
hombres modernos superan de lejos las compartidas entre el hombre
moderno y el hombre premoderno dentro de regiones
geográficas determinadas. Numerosos estudios
biológicos indican que la mayoría de las especies
nuevas de organismos, incluidos los mamíferos, han surgido
de poblaciones pequeñas y geográficamente
aisladas.
La hipótesis multirregional:
Según la hipótesis multirregional,
también conocida como la hipótesis de continuidad,
la evolución del hombre moderno comenzó cuando el
Homo erectus se dispersó por gran parte de Eurasia hace 1
millón de años. Las poblaciones regionales
retuvieron algunas características anatómicas
únicas durante cientos de miles de años, pero ellos
también se mezclaron con poblaciones de las regiones
colindantes, intercambiando rasgos hereditarios entre sí.
Este intercambio de rasgos se conoce como flujo
genético.
A través del flujo genético las
poblaciones de Homo erectus transmitieron una serie de
características cada vez más modernas, tales como
un mayor tamaño de cerebro, por todo su radio
geográfico. Gradualmente esto habría dado lugar a
la evolución de un homínido con aspecto más
moderno en toda África y Eurasia. En este caso las
diferencias físicas entre los hombres actualmente
serían el resultado de cientos de miles de años de
evolución regional. Este es el concepto de continuidad.
Así, por ejemplo, las poblaciones modernas del este
asiático tienen algunas características craneanas
observadas también por los científicos en
fósiles del Homo erectus de esta región.
Algunos detractores de la hipótesis
multirregional sostienen que esta fomenta de forma indebida una
creencia científica en el concepto de raza, lo que
podría ser utilizado para fomentar el racismo. Sin
embargo, los defensores de la hipótesis señalan que
su postura no implica que las razas modernas evolucionasen
aisladas unas de otras, o que las diferencias raciales
justifiquen el racismo. Por el contrario, la teoría
sostiene que el flujo genético vinculó a las
diferentes poblaciones y que estos vínculos permitieron
que características cada vez más modernas,
independientemente de donde hubieran surgido, se dispersaran por
las diferentes regiones y eventualmente llegaran a hacerse
universales entre los seres humanos.
Contrastando ambas teorías:
Los científicos han contrastado las
hipótesis de la emigración de África y la
multirregional tanto con las evidencias genéticas como con
los fósiles encontrados. Aunque los resultados no apoyan
definitivamente ninguna de las dos hipótesis, se inclinan
a favor de la primera.
Evidencias genéticas
Los genetistas han estudiado las diferencias en el
ácido desoxirribonucleico (ADN) de diferentes poblaciones
humanas. El ADN es la molécula que contiene nuestro
código genético hereditario. Las diferencias en el
ADN humano se producen por mutaciones de su estructura. Las
mutaciones pueden originarse por exposición a elementos
externos tales como radiación solar o ciertos compuestos
químicos, aunque otras veces se producen de forma natural
al azar.
Los genetistas han calculado la velocidad previsible
para que se produzca una mutación a lo largo del tiempo.
Dividiendo el número total de diferencias genéticas
entre dos poblaciones por la velocidad esperada de
mutación se obtiene una estimación del momento en
el que ambas poblaciones compartieron un antepasado común.
Muchas estimaciones de antepasados evolutivos se basan en
estudios del ADN en estructuras celulares denominadas
mitocondrias. Este ADN recibe el nombre de ADN mitocondrial
(ADNm). A diferencia del ADN del núcleo de la
célula, cuyos códigos para la mayoría de los
rasgos hereda el organismo de ambos progenitores, la herencia
mitocondrial pasa sólo de la madre a su descendencia. El
ADNm también acumula mutaciones con una rapidez diez veces
mayor que el ADN del núcleo de la célula
(ubicación de la mayor parte del ADN). Su estructura
cambia tan rápidamente que los científicos pueden
medir fácilmente las diferencias entre una
población humana y otra. Dos poblaciones estrechamente
relacionadas deberían tener sólo pequeñas
diferencias de ADNm. Por el contrario, dos poblaciones muy
lejanamente relacionadas entre sí deberían
presentar grandes diferencias.
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